La recoleta capilla, solo cuatro faroles y la intimidad de la reducido. El ruido, cesa y todo lo que queda fuera se olvida. El marco es recogido, para meditar ante la imagen de Jesús, preso y cautivo, abandonado de sus discípulos, para observar la perplejidad y cuasi ofensa de San Pedro al ver que el más grande de entre los poderosos se humillaba ante él para lavarle los pies, ese mismo Pedro que, horas después, lo negaría y renegaría de su maestro hasta en tres ocasiones y, aún así, Cristo lo nombró su representante en la Tierra pero, abajo, de blanco impoluto y con los ojos vendados y su cabellera morena aquella figura femenina que explica lo inexplicable, la Fe… toda una lección de teología en una recoleta capilla, en la humildad e intimidad de lo recoleto. La magia de las noches de cuaresma en nuestra ciudad, donde, hasta en su nombre, Dios es alabado. Luena – Eliossana.
“No confiéis en quien haya perdido la fe”.William Shakespeare.
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