La corrida flamenca de la Feria Real del Valle de Lucena, aquella que tanta controversia suscitó desde que fuera presentada y que, resultaba chocante por el formato, resultó todo un éxito, novedoso, hermoso y cuajado de arte, sentimiento y buen hacer.
Como es habitual en Lucena, no resultó haber más de media entrada en la plaza para tan maravilloso espectáculo, el sol resultaba prácticamente vacío aunque la sombra si tuvo una entrada muy superior. Aún asi, el ambiente era propicio y el público predispuesto a disfrutar de estos dos sublimes artistas. Finito, Juan Serrano, como torero artista y elegante y José Mercé, voz y leyenda viva del flamenco actual, un tándem que resultó maravilloso y con pellizcos al corazón enormes. Por poner una nota negativa, como rompia el ambiente el sonido del tan cercano ferial y que restó recogimiento a tan maravillosa tarde de toros.
Sin ser una tarde del todo redonda, Finito indultó al segundo de la tarde de la ganadería de Fuenteymbro. Finito estuvo cumbre; elegante, natural, sencillo, fino, haciendo gala a su nombre torero.
José Mercé derramó su voz durante momentos cumbres de belleza al servicio de los muletazos de Finito. Soleás, alegrías de Córdoba, fandangos e incluso zambras sonaron mientras Finito hacía estremecer al público. El formato, novedoso, resultó por momentos de una belleza indescriptible, de una estética maravillosa. Las cosas que llegan al corazón y al alma, siempre tienen que ser hermosas.
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