Presentación del libro biográfico del cantaor lucentino Curro Lucena, uno de nuestros mejores embajadores y sin lugar a dudas, el mayor exponente de los cantes de nuestra tierra: los fandangos de Lucena. La obra ha sido escrita por el flamencólogo Gabriel Olea y es una biografía que recoge dos perspectivas: de un lado la parte humana que retrata a un hombre cercano, bromista, dicharachero, familiar, buen amigo y compañero, un ser altruista; del otro está la parte que recoge su trayectoria flamenca como cantaor ortodoxo.
El libro contiene gran cantidad de anécdotas, documentos gráficos, carteles, fotografías, recortes de prensa, etc., y se encuentra patrocinado por los Ayuntamientos de Lucena y Ronda y la Peña Flamenca de Lucena. Lucentino de nacimiento y rondeño de adopción, Curro Lucena comienza su andadura flamenca a muy temprana edad. Con apenas veinte años marcha a Madrid; allí, de la mano de “Pepe el de la Matrona”, en el tablao Zambra, y junto a otros grandes cantaores del momento, como Juanito Varea, Rafael Romero “El gallina” o “Pericón de Cádiz”, se consolida como cantaor flamenco.
Curro Lucena es un cantaor serio, valiente y honesto, que no oculta nada. Se busca en sus adentros para decirnos lo que siente en cada uno de los estilos, apurando los tercios en cada uno de ellos, fundamento de su cante. Es un cantaor largo, ha cantado todos los palos flamencos y prueba de ello es su amplia discografía que ha sido premiada por la Cátedra de Flamencología de Jerez.
La tesitura de su voz y sus cualidades cantaoras le hacen acomodarse muy bien a cantes como la seguiriya, la soleá y los que van en el mismo compás que ésta, como el polo y la caña. Conoce perfecta y profundamente el mundo de las malagueñas, a las que se dedicó una grabación con catorce de las más representativas. Su maestría en los cantes levantinos le llevó en 1985 a lograr el prestigioso premio de la Lámpara Minera. Es, sin lugar a dudas, el máximo exponente de los cantes de su tierra, los fandangos de Lucena.
En este libro biográfico descubriremos a un maestro en su madurez, a un cantaor que jamás ha pisado el terreno comercial del cante, a un artista estudioso, de una honradez intachable, heredero de la más pura ortodoxia.