La tarde del domingo, la del segundo día de camino, culminaba con el broche de oro más esperado de la jornada. Lucena, con sus romeros y toda su caravana, cruzaba el Guadalquivir por la barcaza de Coria para ser recibida por este pueblo tan rociero que la esperaba con los brazos abiertos.
Tras el desembarco de la carreta del Simpecao y, con una alegría y emoción que contagió a todos cuantos estuvimos presentes, la comitiva se adentró por las céntricas calles de la ciudad coriana para postrarse ante las plantas de su patrona, la Virgen de la Estrella y, posteriormente rezar la salve ante el Simpecao de Coria que ya, entronizado en su preciosa carreta de plata, recibía a Lucena y espera su ansiada salida el próximo martes hasta la aldea almonteña. Momentos de emoción y de una belleza singular que va acercando, poco a poco, hasta su destino a la filial lucentina.
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