Con una cita del Deuteronomio sobre la ofrenda a Yavé iniciaba Javier Gómez Molero su ofrenda de frutos a María Santísima de Araceli en el transcurso de una eucaristía presidida por el vicario episcopal de la Campiña, David Aguilera Malagón, y el acompañamiento musical del cantaor Evaristo Cuevas y el guitarrista Román Carmona.
En su exposición, el doctor en Lenguas Clásicas realizó una disertación sobre el simbolismo y la importancia de las ofrendas a los dioses en las distintas culturas y religiones desde los egipcios hasta el cristianismo pasando por los griegos o romanos.
Tras realizar una hermosa descripción del campo sobre el que Nuestra Madre “desliza la mirada”, Gómez Molero disertó sobre las características de los elementos de la ofrenda: una espiga de trigo, una ramita de olivo o un racimo de uvas, resaltando que “ los tres elementos consignados, propios de la cultura mediterránea, han gravitado en buena medida nuestro manantial de riqueza, nuestras costumbres y nuestra manera de entender la vida”.
“Los tres frutos que con hoy ponemos a los pies de Nuestra Madre atesoran un valor inmaterial y conllevan un poder de evocación que los vuelven más loables y al tiempo más acreedores de esta celebración” afirmó
Del olivo dijo que “al igual que el aceite que de él germina, es símbolo de paz y reconciliación. Una ramita de olivo traía en su pico la paloma que anunció el fin del diluvio; con ramas de olivo recibieron a Jesús a su entrada a Jerusalén; y testigo de su apresamiento fue un huerto de olivos. Amén de ello, el aceite viene a cumplir una tarea harto reveladora en el bautismo, la confirmación y la unción de enfermos”.
“El pan, alegoría de la cotidianeidad, del alimento con mayúsculas, y el vino, emblema de la fiesta, pasan por ser los frutos más nobles del reino vegetal, con los que se nutre y conserva la vida del cuerpo. Y con independencia de encarnar el cuerpo y la sangre de Cristo, lo mismo uno que otro constituyen el fiel reflejo de la unidad de la Iglesia. Pues mientras el pan lo componen infinidad de granos de trigo que integran una sola masa, el vino no deja de ser sino el zumo de un número de uvas imposible de precisar” recalcó.
Una anécdota de la relación del oferente con los frutos ofrecidos en su infancia, daba paso a las ofrendas señalando que “a las ofrendas del pan, del vino y del aceite que hoy traemos a tu altar, venimos a unir nuestras súplicas a fin de que derrames sobre nuestro pueblo y sus gentes toda suerte de bendiciones, protejas nuestros campos, nuestras industrias, nuestros comercios, nuestros negocios, y nos procures salud y trabajo”.
Concluyó afirmando que “Si Ella así lo quiere, si nosotros se lo pedimos con fe, aunque fuera caiga nieve y más nieve, en nuestro huerto florecerán los cerezos y cantará alegre el ruiseñor”.
Al finalizar la eucaristía, Javier Gómez Molero junto a su esposa depositaron las ofrendas a los pies de María Santísima de Araceli acompañados por el hermano mayor de la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, Rafael Ramírez Luna, y el Vicario Episcopal de la Campiña, David Aguilera Malagón.
La celebración de la Ofrenda de Frutos en el Real Santuario de Aras contó con la presencia del alcalde de Lucena, Juan Pérez Guerrero, al juez decano, Estaban Rondón Mata, el presidente de la Agrupación de Cofradías, Francisco Requerey Ramírez; y el hermano mayor de la Venerable Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Gonzalo Beato Cantizani.