FIESTAS ARACELITANAS 2022: EL DÍA DE LA VIRGEN (I)

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El sol en todo lo alto, la luz se derramaba, el calor se hacía presente, un ramillete de santeros blancos, impolutos, henchidos de orgullo, cargados de emoción y sintiendo la enorme responsabilidad de llevar a la Madre a todo un pueblo que la esperaba por sus calles tras dos primeros domingos de mayo de ausencia. Avanzaban, cadenciosos, conquistando la plaza Nueva, que era como el corredor de casa que desemboca en el salón donde la madre, tierna y maternal a la vez que regia y elegante, esperaba a sus escogidos hijos, los que harían a Lucena vibrar y emocionarse.

Poco a poco, iba acercándose al cancel, se echaba al suelo, esperaba con el sol bañando el bordado del palio y las túnicas blancas. El manijero, nervioso, miraba en lontananza el reloj de la Casa Consistorial, sonaron los toques de campana y las ocho campanadas daban comienzo a la emoción más desbordada ¡Vámonos! sonaba desde lo más profundo del alma y, Ella, salía hacia la plaza Nueva. Se posó en el suelo, el manijero se dispuso a llamar la atención de la esquina mala y tras el grito de ¡Puestos! En tres emocionados tiempos en los que la voz del manijero se quebraba por la emoción y las lágrimas se derramaban alrededor de la Madre hico posar en los hombros de los treinta y seis santeros el dulce peso de la Madre que, cadenciosa, muy lenta, con un mecido de hombro a hombro cuasi eterno, fue derramando amor a lo largo de todo su recorrido, vestida de blanco entera, con la media luna a sus pies y el multicolor repartido en las flores de su trono. Todo era perfecto, volvía la primavera a Lucena entre fandangos, flores desde los balcones en un rosario tenue pero incesante de ofrenda de pétalos a la Virgen y de vivas emocionados, todo elegante, sin estridencias, como sabe Lucena hacer las cosas para su Madre.

Un trabajo de @gitanitofotografia @gitanitophoto para Videoluc TV.