Por los caminos que llevan desde Dios Padre a Santiago, de las maniatadas manos de Jesús Preso a los profundos ojos cuajados de tristeza de la Soledad.
Los caminos del domingo de pasión que terminarán, ya en la tarde y en la noche, en el llanete de la Capilla cuando, Jesús Nazareno, tras besar sus pies nos de su bendición al implorarle perdón tras el miserere.
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