La imagen de un Jesús humilde y paciente, apoyado sobre una columna partida, puede que antes de la crucifixión, en el gólgota o en el momento, tras ser azotado esperando a ser coronado de espinas tras el cruel castigo. Sea cual sea el momento que quiso respresentar Pedro de Mena, la escena es, cuanto menos, sobrecogedora y, en la quietud de las calles del entorno del Carmen con el único testigo de una luna aún velada sobrecoge más si cabe la humilde figura de un Dios cuasi abatido.
Desde el Carmen, Jesús, se nos muestra humilde.
Un trabajo de @gitanitofotografia @gitanitophoto para Videoluc TV.