La jornada última y que da sentido a todo lo vivido durante toda la semana de pasión, el Domingo de Resurrección, tuvo su colofón en la tarde del día en que Cristo venció a la muerte, la fiesta principal del pueblo cristiano y no la pasión, sin resurrección nada de lo vivido tendría sentido, todo sería una maravillosa performance sin mayor trascendencia.
El día amenecía frío, lluvioso, muy desapacible, parecía que no tendría arreglo el último día de la Semana Santa, pero el día anterior ya la hermandad de la Resurrección anunció que, debido a las previsiones de lluvia, retrasaría su salida a la tarde del domingo resultando, finalmente la decisión, más que acertada. Pese al frío y el cielo gris, finalmente, el cielo fue tornando en sol y azules salpicados de nubes blancas y grises. La gente, pese a lo desapacible, arropó a la Hermandad y la imagen del Resucitado culminó su última procesión por las calles de Lucena ya que para el próximo año será sustituida por una nueva efigie que gubiará Francisco Javier López del Espino, así, el actual Resucitado partió en las jornadas posteriores a Semana Santa a Zaragoza para formar parte de una colección particular donde seguirá siendo venerado.
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