En la capilla de la calle Ancha, allá donde la calle hace honor a su nombre, se expuso a la veneración de los fieles la imagen del Señor de la Bondad. El moreno de la calle más ancha de las estrechas calles.
Maniatado, sobre peana y, esperando a que, con la oscuridad, fuera entronizado en su paso procesional, recibió las oraciones del arrabal viejo de Lucena el Señor de la dulce mirada que abraza la cruz cada tarde de Domingo de Ramos.
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