Agentes de la Policía Nacional, en una investigación conjunta con Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria, han desarticulado una organización internacional dedicada al contrabando de tabaco. Los investigados habían instalado un centro de fabricación ilegal de cigarrillos con infraestructura en las localidades de Marchena, Écija y Bormujos (Sevilla) así como en Lucena (Córdoba), con una capacidad potencial de producción de un millón de cigarrillos al día.
Durante el operativo, una de las naves sufrió un incendio provocado por desconocidos, presuntamente al objeto de hacer desaparecer el tabaco que se encontraba en su interior. Han sido detenidas doce personas -de nacionalidades española, ucraniana y bielorrusa-, y se han aprehendido 45.500 cajetillas, 4.200 kilos de picadura y 10.320 kilos de hoja de tabaco, así como diversa maquinaria, vehículos, teléfonos móviles, documentación y medios informáticos, todo ello por un valor aproximado de 1,5 millones de euros
Las investigaciones se iniciaron de forma coordinada al detectarse un aprovisionamiento de tabaco que, conjuntamente con diversa información recabada, llevó a los investigadores a sospechar sobre la posible implantación de una fábrica de tabaco en alguna localidad andaluza.
Fruto de las averiguaciones efectuadas, los investigadores determinaron inicialmente la localización de la fábrica en la localidad de Marchena (Sevilla) detectando, además, la presencia de varios individuos de Europa del este que, junto con otros españoles, parecían prestar la infraestructura necesaria para poder pasar desapercibidos.
Modus operandi
La organización se dirigía desde un chalet de lujo situado en la localidad de Bormujos, donde sus dirigentes se habían asentado temporalmente. El centro de la actividad se encontraba en Marchena y tenía repartida su infraestructura entre las localidades de Lucena y Écija.
Los trabajadores vivían en el interior de las naves sin salir al exterior, siendo otras personas las que se encargaban de llevarles, además de las materias primas, la comida y la bebida, quedando en todo momento bajo el control de uno de los responsables de la organización.
Para la realización de la fase primaria, la organización utilizaba dos naves situadas en Lucena donde trabajaban tres personas de nacionalidad ucraniana que se encontraban de forma irregular en España. La fase final se realizaba en la nave de Marchena, donde se encontraban tres individuos de nacionalidad bielorrusa y un ucraniano. Los trabajadores vivían hacinados en una sola habitación sin ventanas, y habían sido incomunicados tras la incautación, por parte de los cabecillas de la organización, de sus teléfonos móviles a su llegada a España
Destrucción de pruebas
En la madrugada del día 16 de diciembre, tras las intervenciones llevadas a cabo en Lucena, resultó incendiada una de las naves por varios individuos desconocidos, presumiblemente en un intento de hacer desaparecer el tabaco que se encontraba en su interior. El incendio finalmente quemó parte de la nave y de la mercancía que se encontraba en su interior.
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