Lucena celebra la salida procesional de Nuestra Señora de las Angustias, una joya devocional e histórica recuperada por la Agrupación Parroquial.

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Virgen Angustias, Lucena

Esta devoción cuenta con raíces profundas en Lucena. Ya en 1714, se constituyó la primera cofradía en torno a la Virgen de las Angustias.

En la jornada de este jueves, la ciudad de Lucena vivió uno de los momentos más emotivos de su calendario religioso con la salida procesional de Nuestra Señora de las Angustias, titular de la Agrupación Parroquial que lleva su nombre y que tiene su sede en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán.

La Agrupación Parroquial tiene como principal objetivo la recuperación al culto de esta imagen, que se venera en una capilla lateral del templo dominico y cuya historia se remonta al siglo XVII. La imagen fue donada en 1682 por la marquesa de Comares, doña Catalina Antonia de Cardona, a la entonces ermita de San Francisco de Paula. Con la desaparición de dicha ermita, la imagen pasó al templo de Santo Domingo, donde actualmente se venera junto al Cristo Yacente.

El grupo escultórico está compuesto por dos imágenes de distintas épocas y autores. La Virgen de las Angustias, una dolorosa de escuela sevillana del siglo XVII y atribuible al círculo de Pedro Roldán, destaca por su expresividad y la calidad de su talla. El Cristo Yacente, datado entre finales del siglo XVI y principios del XVII, presenta un realismo sobrecogedor gracias a su cuidada policromía y composición anatómica.

Esta devoción cuenta con raíces profundas en Lucena. Ya en 1714, se constituyó la primera cofradía en torno a la Virgen de las Angustias, iniciándose así una tradición cofrade que ahora se retoma con renovado fervor.

La imagen procesionó sobre un trono de nueva factura, especialmente diseñado para ser portado por jóvenes cuadrillas. 

Para esta ocasión, la Virgen lució un manto bordado en oro sobre terciopelo negro cedido por la Cofradía de Humillación y Dolores “Servitas“, saya y corpiño propios, tocado de encaje del siglo XVIII, y corona barroca dieciochesca de Orfebres Gradit. El conjunto floral estaba formado por un monte de claveles “sangre de toro”, preparado por Francisco Villalba.

Con esta salida, Lucena no solo recupera una devoción histórica, sino que resalta el valor patrimonial, artístico y espiritual de una de sus imágenes más emblemáticas, reforzando así la identidad cofrade y el legado cultural de la ciudad.

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