lunes, mayo 20, 2024

L AÑOS DE LUCENA EN EL ROCÍO. SALE LUCENA CAMINO DE LA ALDEA

Yo, no sé por dónde empezar, permítanme que me lleve esta crónica al lado más personal y emotivo. Hoy, no quiero hablar como gitanito, el fotógrafo, quiero hablar como Jesús, el que llegó siendo un niño a esta casa y, aunque hoy mi medalla no cuelga en mi pecho, siempre va en mi corazón el simpecao rojo y oro, blanco y oro y dos nombres grabados a fuego. Rocío y Lucena.

50 años de Hermandad, con sus momentos mejores y sus momentos peores pero que, hoy por hoy, vive una etapa de esplendor envidiable, una hermandad que se ha ganado su sitio en el panorama cofrade de la ciudad y una hermandad que, no olvidemos, es la decana de la provincia de Córdoba que peregrina hasta la aldea almonteña, sí, la que porta la bandera de nuestra provincia, la más antigua, desde hace ya 50 años y que, en su día, fuera la madrina de la hermandad capitalina en su refundación allá por 1981.

Yo, no sé, de nuevo, por donde empezar. Niños que conocí y que hoy son hombres, como Alberto o Lorenzo, eran niños y hoy se ciñen al Simpecao siendo sus más valedores guardianes, hombres y mujeres que ya se nos fueron y, no quiero dar nombres porque muchos se me quedarían en el tintero pero me acuerdo muy especialmente de Elvira, de su alegría, de sus vivas en la puerta de San Mateo y su “yo tengo unos palillos con cintas colorás”. Un hombre que fuera fundador y, hoy, su hermano mayor. Un hombre bueno, de pocas palabras pero de entrañable sonrisa y con un corazón muy grande. Lucena no pudo elegir mejor hermano mayor para su 50 aniversario. Emilio Marín.

Me acuerdo de mi madre, que tengo la suerte de que aún sus manos estén asidas con fuerza a su carreta, al del simpecao de su alma, y las manos de María “la perejila” de Carmen Arroyo, de Aurori… son cuatro fieles guardianas de su simpecao cada vez que se echa a las calles, ya sea en Lucena, en la aldea o donde sus fuerzas le dejen llegar.

Yo no voy a hablar de alcaldes de carretas, de tamboriles, de cantes y de bailes, de vivas ni de muleros, no voy a hablar de lo bonita que iba la carreta. Sólo sé que, este año, Lucena camina todavía con más señorio si cabe al Rocío, con su simpecao antiguo, el blanco y oro, el que tantas veces abrió el camino y volverá a llevar su elegancia por los duros carriles hasta las plantas de la Virgen, que ya esta noche saldrá de su Parroquia para, tras recorrer en una luminosa mañana de mayo, las tres leguas de camino, esperar ya a sus filiales y, Ella lo sabe, Lucena camina con especial fuerza hacia Ella para postrarse a sus plantas.

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