Sábado, primero de mayo, sábado de Fiestas Aracelitanas. Largas colas, un río interminable que comienza a fluir a las seis y media en sol de la tarde y que fluye, sin fin, por toda la calle el Peso hasta el mar de la Plaza Nueva, al puerto seguro de San Mateo, donde, Ella, como faro, luz y guía, recibe ese río de amor desbordado en las vísperas de su día.
Las aceras vacías, la calle rebosa, no hay que ver, hay que ir a Ella, con flores ya sea en cestas, canastitos, ramos o con un humilde tallo en la mano, todo es para y por Ella, desde el Paso de Rojas hasta su altar, no hay singladura más hermosa.
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