Tras una romería intensa, llena de momentos vividos, emotivos, bellos, hermosos, de puro sentimiento, tras llegar hasta Ella y postrarse a sus plantas, tras recibir la visita de Ella en la mañana del lunes de Pentecostés y rezarle la salve, tras los decenas de vivas emocionados de su hermana mayor, siempre emocionada, tras toda la resaca de corazones enamorados, entregados y henchidos, el glorioso y bendito simpecao, rojo y oro, de Lucena tras la eucaristía de acción de gracias ante nuestra excelsa y siempre hermosa patrona regresó escoltado de sus bengalas de color hasta la parroquia del Carmen.
Todo vuelve a la calma, las manos que cerraron la hornacina donde se custodiará, junto al simpecao antiguo blanco y oro, los anhelos y los sentimientos rocieros de Lucena hasta la nueva romería del año que los cristianos viviremos como año jubilar de fe, 2025.
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