Otro viernes de dolores mas cuando el reloj de la plaza Nueva marca las once de la noche, se abren de par en par las puertas del templo mayor para dar salida a la comitiva enlutada de blancos capirotes del Silencio.
roncos tambores retumban en la noche lucentina solo iluminada por la luz de la luna que pronto se tornará en llena, la luna, la primera luna de la primavera, la de la pascua judía para recordarnos el sacrificio más grande de la Humanidad.
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