Once de la noche, con las horas del reloj de la plaza Nueva, con puntualidad exacta, se abre el portón antiguo de madera y se descorre el cerrojo metálico de la cancela de la parroquia de San Mateo. Silencio, tres años de espera, un mar de capirotes blancos y túnicas negras, sale un estandarte, el numeroso cortejo de hermanos enlutados con sus tambores llevan las manos atrás sujetando sus baquetas negras. Sale una cruz con el sudario envuelta, las primeras luces de cera se desgranan por la ciudad y, de pronto, suenan tres sordos golpes contundentes y tres más apagados, son los tambores enlutados, esa banda sonora primera que abre las puertas de la Semana más grande de la vida. Sale el Señor, en su Salud y Misericordia, escoltado por cuatro antorchas de fuego y los toques fúnebres de la campana tubular hace enmudecer todavía más al gentío. Avanza el cortejo blanco y enlutado, toma las calles, por fin de la ciudad, hágase la luz en la oscuridad, pronto la Pollinita traerá esa luz blanca del Domingo de Ramos.
Llega, por fin llega, la Semana Santa de Lucena.
Un trabajo de @gitanitofotografia @gitanitophoto para Videoluc TV.