Ya, su nombre lo indica, todo Humildad en un valle de Dolores. Allá, en lo alto, en esa pequeña cima del altozano carmelita, abandonado de sus discípulos y ante la sola compaña de la infinita tristeza del dolor de su madre, siempre humilde, en mansendumbre, esperando muerte, una muerte de cruz.
Ante la humildad y resignación de Dios hecho hombre tan solo cabe el silencio y la meditación.
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