A las doce de esta noche entrará en vigor el nuevo plan de ahorro energético aprobado por el Gobierno Central. Un paquete que, entre otras medidas, dispone que edificios públicos y privados reprogramen la temperatura de sus aires acondicionados, apaguen sus escaparates por la noche e informen sobre el porqué de estos cambios. El objetivo es empezar a reducir el consumo energético, como se ha acordado con Bruselas, ante la ola inflacionista y un riesgo creciente de que se materialicen las amenazas de Moscú de un corte total en el suministro de gas a Europa.
Afecta a los edificios que tengan usos administrativos, comerciales, a la hostelería a espacios culturales como cines, auditorios o centros de congresos, y a edificios relacionados con el transporte de personas, como estaciones y aeropuertos, pero no afecta a los hogares.
El aire acondicionado no podrá ser inferior a los 27 grados y la calefacción, en invierno, superior a los 19 grados; la humedad relativa debe mantenerse entre el 30% y el 70%. A partir de las diez de la noche se deberán apagar los escaparates y el alumbrado de los edificios públicos que a esa hora estén desocupados.
Además, el 30 de septiembre, los edificios deberán contar con un sistema automático de cierre de las puertas que dan a la calle. Esta obligación ya existía desde 2009, salvo para locales que se climatizan con energía renovable, que ahora también tendrán que adecuarse. Los edificios obligados a limitar su temperatura también deberán informar sobre las nuevas medidas de ahorro a través de carteles o pantallas visibles desde su entrada. Tienen hasta el 2 de septiembre para hacerlo. Además, deberán adelantar la inspección de eficiencia energética, antes de que acabe el año, aquellos edificios que hayan realizado la anterior antes del 1 de enero de 2021. El Gobierno estima que cada grado menos en el termostato supone un ahorro en el consumo del 7%.
No obstante existen excepciones para aquellos centros que no puedan respetar estos límites de temperatura por condiciones laborales o especificidades del sector ―como las cocinas de los restaurantes―. También quedan excluidos los centros educativos, los centros sanitarios y hospitales, peluquerías y lavanderías, gimnasios, medios de transporte o las habitaciones de los hoteles.