Y, volvió a amanecer el primer domingo de mayo, las naves catedralicias de San Mateo se llenaron de fieles con sus mejores galas para rendir honor a María, en el día de su onomástica, Araceli, Madre dulce y buena.
La Misa del Campo Andaluz se volvió a desgranar en las preciosas voces de la Coral Lucentina y, pese a faltar este año la orquesta por mor de estos dos años de pandemia, el piano sirvió como dulce melodia para esta composición tan genuina y preciosa.
Volvió el Obispo a recorrer el pasillo central de San Mateo partiendo desde el Sagrario, volvió a cantar el himno a las plantas de María y, Lucena, ya cuenta las escasas horas hasta las ocho de la tarde con impaciencia cuando, por fin, todo volverá a la primavera tras dos años de oscuro frío.
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