Y, volvió a suceder, años después, todo cobró sentido. La cofradía salió de donde tenía que salir, de su casa, del altozano del Sagrado Corazón para bajar hasta el valle de Lucena.
El Señor, con su maravillosa túnica, Ella, en su inmenso azul caminando por la calle de la Amargura. Hasta el cielo quiso llorar unas lágrimas de vida ante el tormento de Jesús cargando con la cruz.
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