Parecía que nunca llegaría pero llegó, tras dos años de ausencias, todo volvió a su relativa normalidad. La Parroquia de Santiago, repleta, durante la misa de imposición de cenizas y durante el íntimo y emotivo acto del vía crucis del Señor de las manos atadas.
La oscuridad, el incienso, la tenue luz que iluminaba al Señor, los rezos, los hermanos portando la portentosa imagen de Roldán, los medios, los fieles, todo vuelve a su ser con el que marca los tiempos del inicio de los cuarenta días. Por fin y, de nuevo, arranca la cuaresma en Lucena. El Señor de Santiago volvió a hacer latir los pulsos del tiempo de la espera.
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