Amanecía un frío, pero hermoso día de domingo. Desde antes de las ocho y media de la mañana ya había revuelo alrededor del recién bautizado llanete de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el llanete de la capilla de toda la vida. No iban a dar las seis, iban a dar las nueve, la jornada se presagiaba hermosa, histórica y emotiva y, así fue…
Se abrían las puertas de San Pedro Mártir cuando todas las miradas las dirigíamos todos a las puertas de los clavos de la Capilla y, Jesús, sobre las andas antiguas del Santo Entierro, escoltado por los cuatro faroles de la Virgen de las Angustias de Santo Domingo y sobre una alfombra de claveles rojos se erguía, Majestuoso, a la vez que humilde con túnica lisa en tonos más malva que morados ceñido de dorado cordón y portando sobre su hombro la cruz de plata de los devotos, las espigas siempre con Él y su corona de espinas, más que de espinas, de gloria, como corresponde al rey, al emperador, de cielos y tierras.
Los sones del Carmen, el repertorio exquisito, del que luego hablaremos en la galería que subiremos esta tarde, las lágrimas contenidas, los recuerdos, los hombros de hombres y mujeres que, por primera vez, y algunos, por única, se posaron sobre las andas del Señor y sintieron su dulce peso. El sol bañando la mañana, los contraluces, una ciudad que se desperezaba y abría los ojos con su Dios en la calle, el magnífico, medido y elegante altar de la plaza Nueva, los tres obispos, la coral, la misa, el sol y el frío, una plaza llena de amores nazarenos y la bendición del ancestral Nazareno, el torralbo ahogado por la emoción y ese viva casi que no sale, que no llega y que, Lucena, con su peculiar manera responde al unísono.
Primera galería del traslado y de la misa de acción de gracias de la mano de @gitanitofotografia @gitanitophoto para Videoluc TV.
Durante la tarde de hoy, lunes 28 de octubre, la segunda parte de este día para la historia nazarena y devocional de Lucena. La procesión extraordinaria de regreso a San Pedro Mártir.